La fotografía, en su inicio, estuvo demasiado limitada, pues aunque contaba con unos procesos sencillos, el tiempo invertido era mucho, llegando a necesitarse varios días de exposición, para lograr una imagen. Significó una revolución simbólica y técnica que pocos instrumentos han podido igualar al día de hoy.
La fotografía permitió la captura de la realidad, congelar ese recuerdo memorable para la posteridad. Desde luego supuso un gran avance y novedad para la época, sin embargo, algunos pensaban que carecía de “realidad” haciendo referencia al movimiento, por lo que empezó a surgir la idea de dar vida a un nuevo medio audiovisual, naciendo así el cine.
El deseo de movimiento en las imágenes impulsó la creación del cine e incluso diversos experimentos en la fotografía de manera simultánea
Cine y fotografía siempre han sido dos artes que van de la mano, ya que ambas tienen como objetivo retratar la realidad a través de un lente. Tanto la una como la otra, han ido avanzando y perfeccionándose conjuntamente a medida que han pasado los años.
Y en el cine, hablando del transcurso de elaboración de una película, no deja de ser 24 fotogramas por segundo, es decir fotografías que al unirse, dan movimiento a la imagen.
La fotografía y el cine son componentes básicos de la representación visual y audiovisual de hoy en día. Ambas artes son complementarias y han sabido mantenerse con el paso del tiempo, pasado de ser asequibles sólo para unos privilegiados a ser asequibles por prácticamente todos, debido al avance de la tecnología.
Ambas siguen evolucionando y creando nuevas técnicas para obtener diferentes efectos. Siguen complementándose y siguen siendo fuente de inspiración la una de la otra, para el surgimiento de más historias en el cine, donde la imagen y las palabras fusionadas correctamente, pueden llegar a alcanzar la excelencia.
No se trata de ver cual es la más fácil o cual de las dos es mejor, ambas tienen su magia y se unen frecuentemente para generar las más memorables piezas visuales.